lunes, 15 de octubre de 2012

Paris: Troisième Jour


El tercer día nos pusimos en marcha a una hora bastante prudente y pronto estuvimos en las entrañas del Musée du Louvre. Cuando llegamos había bastante acumulación de gente haciendo cola, por lo que decidimos dar una vuelta y esperar a que fuera un poco más tarde para entrar.
Salimos fuera y vimos la pirámide y el palacio que da nombre al museo y pese a que llovía decidimos darnos una vueltecita por la Rue Rivoli, la cual está llena de tiendas para que los turistas pequen…y yo peque: compré un precioso busto de Marie Antoinette que prometo enseñar en la última entrada.

Carroussel du Louvre

Ladurée

Musée et Palais du Louvre

Ese día el cielo estaba bastante encapotado por lo que decidimos volver al Carroussel  y, sorpresa, la cola para entrar al museo había desaparecido, por lo que no nos lo pensamos dos veces y entramos.
Ir al Musée du Louvre con el tiempo justo es un sacrilegio, pero nosotros íbamos bastante justos, así que ya teníamos muy claro que no podíamos perdernos del museo. El Louvre es el museo más grande e impresionante en el que he estado y tal y como me temía; nos perdimos.
Pero no hay mal que por bien no venga, perdidos llegamos a los apartamentos de Napoleón III y así, de rebote, pudimos contemplar una de las partes del Louvre más fascinantes.

Apartamentos de Napoleón III

Ubicados de nuevo en nuestra ruta fuimos en busca de nuestras obras escogidas: la Venus de Milo, Atenea Niké, la Sala de las Cariátides y Diana en la parte de arte Griego. La victoria alada de Samotracia, que se encuentra dispuesta en lo alto de una escalera y Psique reanimada por el beso del Amor, una de las esculturas más perfectas jamás talladas por el hombre.

Venus de Milo

Psique reanimada por el beso del Amor

Victoria alada de Samotracia


La sala del siglo XIX dónde vi algunas de mis obras preferidas: Madame Récamier, la Gran Odalisca, el Juramento de los Horacios, las Sabinas, la Balsa de la Medusa, la muerte de Sandrapalo y el increíble canto a la libertad de Delacroix: La libertad guiando al pueblo.
Y, por supuesto, la Gioconda de Da Vinci.

Madame Récamier

La libertad guiando al pueblo

La Gioconda


Tras esa rápida visita al Louvre comimos algo rápido y proseguimos con nuestra ruta, cruzando los Jardins des Tuileries hasta llegar a la Place de la Concorde, antigua Place de la Revolution. Continuamos caminando por la Rue Royale hasta la iglesia de la Magdalena y más tarde hasta l’Arc de Triomphe.

Jardins des Tuileries

Place de la Concorde

Église de la Madeleine

Arc de Triomphe

Cogimos el metro y fuimos hasta Trócadero, desde donde se pueden sacar las fotos más espectaculares de la Tour Eiffel.
Tras sacar las fotos de rigor caminamos hasta los pies de la gran torre y en un banco descansamos nuestros pies de viajero, que ya comenzaban a sufrir estragos.
Cómo ya habíamos estado en Paris antes y habíamos subido a la torre decidimos verla solo desde abajo y guardar el precio de la entrada para poder ver algo que no hubiéramos visto. 

Place du Trócadero

¡Turista Feliz!

Tour Eiffel

Caminamos por todo el Champ de Mars hasta la escuela militar y después hasta la parada de metro que nos llevaría al último destino del día: la Opera Garnier.

Opera Garnier

Y allí, ante el gran edificio que inspiró a Gaston Leroux su Fantasma de la Opera, nos disponíamos a volver a nuestro hotel para tener un merecido descanso.

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