lunes, 28 de enero de 2013

200 years of Pride and Prejudice


Dear Miss Austen,

I couldn’t let myself pass this opportunity to congratulate you for the publishing of your novel Pride and Prejudice.
Can you imagine, even for a moment, that the story could survive time and get to future generations with the same passion that has touched our own society?

I know it is a very high hope, but having read your novel I cannot do other thing that giving my best recommendation and make all my acquaintances have one of the copies of such a wonderful piece of art.
I hope to read about you very soon, Miss Austen and everything you tell me, with some luck, are going to be the best news about your novels and about yourself.

Yours sincerely and faithfully,



Querida Señorita Austen,

No podía dejar pasar la oportunidad de felicitarla por la publicación de su novela Orgullo y Prejuicio. ¿Se imagina, aun que sea solo por un instante, que dicha historia sobrepasará las barreras del tiempo y llegara a las siguientes generaciones con la misma intensidad con la que ha tocado a toda nuestra sociedad?

Sé que es una esperanza muy alta, pero habiendo leído su novela no podría hacer más que recomendarla encarecidamente y animar a todas mis conocidas a hacerse con un ejemplar de tan maravillosa muestra de arte.
Espero leer sobre usted muy pronto, Señorita Austen y que todo cuanto tenga que decirme sean maravillosas noticias sobre sus historias y sobre usted misma.

Con el máximo cariño y respeto, 



200 años de Orgullo y Prejuicio


sábado, 26 de enero de 2013

El Marqués Infame; de Vincennes a la Revolución



Sade permanece en la fortaleza de Vincennes hasta el año 1784, cuando es conducido a la Bastilla. Ambas fortalezas permanecían prácticamente deshabitadas ya que estas estaban destinadas a miembros de clases altas; Sade coincidió en Vincennes con Mirabeau, quien se encontraba preso por senda lettre de cachet.

Sade, a diferencia de los presos de cárceles para las clases bajas, disfrutaba de una celda para él solo y tenía derecho, entre otras cosas, a que se le proporcionarla leña con el fin de calentar la estancia.
Las condiciones del encierro para Sade fueron, pese a sus derechos, lamentables.
Estuvo encerrado e incomunicado durante los primeros cuatro años y medio, la única persona que tenía acceso a la celda era el carcelero encargado de llevarle la comida y no fue hasta pasado este tiempo que se le permitió ver a su mujer.

Durante los largos años de encierro su único contacto con el mundo exterior fue su esposa aun que se cree que mantenía correspondencia constante con su sirviente Quirós, el padre Amblet y con Mademoiselle Rousset, amiga del matrimonio.
Los esfuerzos de su mujer se centraron, desde el primer momento, en procurarle la libertad trasladándose a Paris y residiendo en un convento, ya que su madre le retiro el apoyo económico. Ella se convirtió en su principal apoyo enviándole todo lo que él estimaba oportuno; desde ropa a libros.

Château de Vincennes

Durante su encierro, Sade tuvo ataques de paranoia debido a lo incierto de su destino, cosa que marcó su carácter de manera permanente. Su día a día consistía en leer y escribir, haciéndose de una extensa biblioteca de más de seiscientos volúmenes, conformada sobre todo por clásicos de Petrarca, LaFontaine, Cervantes, Voltaire y Rousseau entre otros.
Entre sus múltiples obras se cree que durante esta etapa de su vida escribió algunos cuentos y una primera versión de Justine o las desgracias de la virtud y Aline y Valcuor.

La prise de la Bastille, Jean-Pierre Louis Laurent Houel 

Cuando en 1784 la fortaleza de Vincennes es cerrada definitivamente Sade es trasladado a la Bastilla. Unas semanas antes de la toma de la fortaleza Sade envía a su esposa el manuscrito acabado de Aline y Valcour.
Cuando el 14 de julio de 1789 la Bastilla es tomada por el pueblo, Sade ya no se encuentra allí. Había sido trasladado al asilo mental de Charenton, traslado en el que se perdieron quince volúmenes manuscritos, entre los que se encontraban los de su obra más infame y macabra, encontrados a principios del siglo XX; Los 120 días de Sodoma.


El 1 de abril de 1790 Sade es finalmente puesto en libertad debido al decreto de la Asamblea aboliendo las lettres de cachet. Cuando Sade abandona el presidio cuenta con cincuenta y un años de edad, padece una obesidad que a duras penas le permite caminar, ha perdido mucha vista, sufre una dolencia pulmonar y está completamente envejecido y moralmente muy hundido. El Marqués trata de ver a su esposa, pero esta está muy lejos de París con su hija. Tiempo después su esposa se divorció de él, siendo este uno de los primeros divorcios llevados a cabo después de que la Revolución los instituyera.

Sade tuvo que devolver la dote con intereses, cantidad que no logro pagar y que hizo que todas sus posesiones se vieran embargadas a favor de su ahora ex esposa. Sade se ve en la cruda situación de volver a integrarse en la sociedad, una muy convulsa, estando él muy desmejorado tanto física como mentalmente, además de arruinado y solo.
Después de muchas idas y venidas y de adentrarse principalmente en el mundo teatral, Sade conoce a Constance Quesnet, una actriz de cuarenta años con un hijo y sin marido. Pocos meses después se van a vivir juntos y ella permanecerá a su lado hasta el fin de sus días, convirtiéndose en el principal apoyo en los duros momentos de Sade.

El 22 de octubre de 1791 el teatro Molière lleva a escena una de sus obras El Conde Oxtiern o los efectos del libertinaje, estreno que se vio suspendido por altercados en su segunda representación. Se cree que ese mismo año se público clandestinamente Justine o las desgracias de la virtud y manda imprimir el Memorial de un ciudadano de París al rey de los franceses.

Sade se adhiere a los procesos revolucionarios, asistiendo a diversas celebraciones y actos. Fue presidente de sección, pero dimitió pronto debido a su cansancio, acabando con su paso por la política.
El 8 de diciembre de 1793 es detenido en su domicilio y conducido a la cárcel de las Maledonnettes, dónde es encerrado en las letrinas durante seis semanas por falta de espacio. Se cree que fue detenido por ser padre de hijos emigrados, también pudo haber una falsa denuncia que lo habría tachado de moderado. Paso por tres cárceles distintas hasta que finalmente llego a Picpus, a las afueras de París, dónde Constance podía visitarlo.


En el cénit del reinado del Terror, Sade contemplaba a la guillotina trabajar sin descanso, estando él mismo en la lista para la ejecución. Se cree que el 26 de julio de 1794 iba a ser guillotinado junto a otros 27 acusados, pero bien porque no lo encontraron o bien por intervención de Constace, escapó a su funesto destino siendo liberado al finalizar el periodo del Terror, el 15 de octubre de 1794.
Sade intentó vivir del teatro, estrenando algunas obras en Versalles y publicando más escritos entre los que destaca  Los crímenes del amor, pero nada le valió para no caer en la indigencia.
Sade y Constance vivieron en la miseria. Sade intentó ceder lo que le quedaba a su ex esposa a cambio de una renta anual, pero esta lo rechazo. Constance vendió su ropa para conseguir comida y Sade acabo mendigando.

Pronto comenzó a recibir ataques por sus novelas; Aline y Valcour fue considerada escandalosa y amoral, costándole la atribución de Justine que estaba siendo publicada de manera clandestina.

Edición de 1794 de Justine o las desgracias de la virtud.

El 6 de marzo de 1801 es detenido y encerrado sin juicio en Sainte-Pélagie por ser el autor de la infame obra Justine. Fue trasladado a Bicétre, institución mitad asilo mitad cárcel donde alienados mentales, mendigos, enfermos de sífilis, prostitutas y peligrosos criminales convivían en condiciones infrahumanas.
Pese a los esfuerzos de Constance para conseguir su liberación, fue su ex esposa con la ayuda de sus hijos quienes consiguieron que fuese trasladado al asilo mental de Charenton.

A Sade se le diagnostico en el momento de su ingreso demencia libertina.

jueves, 24 de enero de 2013

El Marqués Infame; infancia, matrimonio y escandalos


Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como Marqués de Sade, nació en París el día 2 de junio del año 1740. Fue un filósofo y controvertido escritor francés, el cual, además de novelas, también escribió cuentos, ensayos y teatro.

Sus obras se caracterizan por sus personajes antihéroes, protagonistas de la más aberrante violencia y disertacion en las que justifican, mediante sofismas, sus actos.
El ateísmo radical junto a la descripción de actos de violencia extrema e inimaginable son los temas más recurrentes de sus obras, en los cuales prima el triunfo del vicio sobre la virtud.
Paso veintisiete años de su vida encerrado, durante diferentes etapas de la historia de Francia, desde la Revolución Francesa, donde figuro  en las listas de los condenados a la guillotina, al  Primer Imperio, pasando por tantas otras.

Durante su vida protagonizo grandes escándalos que traspasaron las fronteras de Francia y después de su muerte se convirtió en una especie de icono del vicio, siendo perseguido por innumerables leyendas sobre su comportamiento. Sus obras, por lo irreverentes y violentas, estuvieron incluidas en el índice de libros prohibidos de la Iglesia católica de la época.
Pasó los últimos años de su vida en el asilo mental de Charenton por su Justine, novela prohibida pero que circuló clandestinamente durante el siglo XIX y principios del XX sirviendo de inspiración a hombres como Flaubert, Dostoyevsky, Rimbaud o Apollinaire.
Para otros, su infame obra fue calificada como apología del crimen.


Su nombre pasó a la historia convertido en substantivo; desde 1834 la palabra “sadismo” aparece en el diccionario de varios idiomas para describir la propia excitación producida al cometer actos de crueldad sobre otra persona.


Sade; infancia, adolescencia y matrimonio

Sade fue el único hijo de Jean Batiste François Joseph de Sade y de Marie Eleonore de Maille de Carman, de sangre borbónica. La dinastía de los de Sade era una de las más antiguas de Provenza, remontándose a la época de Petrarca.
Sade nace en el Hôtel de Condé, propiedad de los príncipes de Condé, y allí pasará su primera infancia, pues su madre era dama de compañía de la princesa.
Fue bautizado en la iglesia de Saint-Sulpice de París.

Hôtel de Condé

Cuando Sade cuenta con 4 años de edad, su madre abandona el empleo de dama de compañía con el fin de poder acompañar a su marido en sus viajes.
Sade es enviado al castillo de Saumane, quedando a cargo de su abuela y sus tías paternas.
Un año después su tío, abad de Saint-Léger d’Ebreuil y libertino afamado, lo lleva consigo al monasterio benedictino de Saint-Léger para ocuparse de su educación.

En 1750 Sade vuelve a París e ingresa en el prestigioso colegio jesuita Louis-le-Grand.
Con solo 10 años era un gran aficionado a la lectura de libros sobre filosofía e historia además de los relatos de viajeros, que le permitían conocer las costumbres y culturas de otros países.
A la edad de 14 años ingresa en la academia militar y tiene su bautizo en el campo de batalla dos años más tarde, con el inicio de la Guerra de los Siete Años.
Sus extensas vivencias a tan temprana edad le servirán de inspiración para su obra Aline y Valcour o la novela filosófica, donde relata detalles de su infancia y adolescencia.

Cuando, en 1763, se pone fin a la guerra Sade es licenciado y regresa a su hogar, Lacoste.
Pese a que Sade había referido en alguna ocasión que solo se casaría por amor, finalmente cedió a las exigencias de su padre.
Con el beneplácito de los reyes el contrato matrimonial entre de Sade y Renèe Cordier de Montreuil, una noble bien posicionada, se firma en la iglesia de Saint-Roch, en París.

Renèe de Montreuil, marquesa de Sade

El matrimonio tendrá tres hijos: Louis Marie, Donatien Claude Armand y Madeleine Laure.


Sade y los escándalos que marcaron su vida

El matrimonio se traslada al castillo de Échaffars, en Normandía. Transcurridos los cinco primeros meses surge el primer incidente; en un viaje a París, Sade es arrestado y encarcelado en la fortaleza de Vincennes por orden del rey. Jamás se supo con exactitud lo que ocurrió, pero el caso parecía estar relacionado con varias jornadas de libertinaje desenfrenado y con un misterioso, y probablemente escandaloso, manuscrito.
Tras quince días en prisión la familia de su esposa se hace cargo de él y Sade retorna a Normandía con la orden de no abandonar la provincia sin autorización real.

Es un año más tarde, en 1764, cuando recibe un permiso del rey que le autoriza a permanecer en Paris durante tres meses, tiempo que dedico principalmente al teatro y a asumir posesión de su cargo de gobernador. La orden real de confinamiento es finalmente revocada.
A finales de ese mismo año el matrimonio se encuentra instalado en Paris, pero Sade comienza a tomar varias amantes y recurre con frecuencia a los servicios de prostitutas.
Se cree que Sade, en aquella época, todavía añoraba un matrimonio por amor.

Entre sus amantes hubo actrices y cortesanas muy cotizadas en la época, teniendo una aventura con Beauvoisin una de las cortesanas más deseadas. Sade abandona el domicilio conyugal y se instala con ella en Lacoste, dónde pasaran juntos unos meses.

Lacoste

Tras la muerte de su padre y el nacimiento de su primer hijo, Sade no renuncio a su vida licenciosa, es así como el 3 de abril de 1768 se produce el famoso escándalo de Arcueil.
Sade acude a la Place de les Victoires de París donde recurre a los servicios de una mujer llamada Rose Keller. La mujer confiesa más tarde las artimañas que utilizo Sade con el fin de llevarla a su casa de Arcueil, donde la flageló.
Sade es encarcelado por orden del rey, pasando en prisión siete meses.
El suceso traspaso las fronteras francesas y las declaraciones de la demandante lo mostraron como un noble disoluto.

El segundo gran escándalo de la vida de Sade, el caso de Marsella, ocurre en 1772.
Tras un encuentro con varias prostitutas, Sade es acusado de haberlas envenenado con la supuestamente afrodisiaca mosca española.
Tras un largo día en que se dieron múltiples practicas poco corrientes, dos de las jóvenes se encontraron indispuestas y pese a que el malestar disminuyo en cuestión de días, Sade fue condenado a muerte por envenenamiento, pena que no llego a cumplir ya que huyó a Italia, dónde se refugió hasta que el rey de Cerdeña y por orden expresa de Madame Montreuil, ordeno su encarcelamiento en el castillo de Miolans.


Consigue escapar cinco meses más tarde, probablemente con ayuda de su mujer que paso las fronteras disfrazada de hombre. Pasa los siguientes años evadido en Italia y posiblemente en España, pasando temporadas en su castillo de Lacoste.
Por ese entonces, su suegra y enemiga más encarnizada, obtuvo una lettre de cachet, que implicaba prisión incondicional para lograr su arresto.
Sade permanece prófugo durante muchos años, pero cuando es conocedor del delicado estado de salud de su madre decide regresar a París junto a su esposa y esa misma noche del 13 de febrero de 1777 es finalmente arrestado y encarcelado en la fortaleza de Vincennes.

Cuando en 1778 se reabre el caso de Marsella, quedando anulado por demostradas irregularidades, Sade lleva un año encerrado en Vincennes y allí permanecerá hasta ser liberado trece años después, tras la Revolución y la consecuente caída del Antiguo Régimen.

Estudio en Escarlata de Sir Arthur C. Doyle


Sinopsis

Sherlock Holmes, reconocido universalmente como el mejor detective se enfrenta, con la inestimable ayuda del doctor Watson, a su primer caso. Una explosiva mezcla de crimen, suspense, pistas falsas y venganza, dónde nuestros héroes deberán seguir el rastro de un misterioso asesino en las calles de Londres.

Opinión Personal

Llevó detrás de leer alguna de las aventuras de Holmes desde que me enganche irremediablemente al Sherlock de Benedict Cumberbatch.
Quería comprobar por mi misma si el detective más famoso de todos los tiempos era realmente tan trepidante y pese a que el género no es ni de lejos uno de mis favoritos puedo decir que disfrute bastante de su lectura. Una narración hábil y muy detallada de la escena del crimen te hace dar vueltas a la cabeza con la esperanza de llegar a la resolución del caso, pero se nos escapan muchos aspectos que a Holmes jamás le pasarían inadvertidos.

El personaje de Holmes es mordaz y muy astuto. Un icono de la literatura que no decepciona en ninguna de sus intervenciones, pero que gana muchísima fuerza con el otro protagonista de la historia el Dr. John Watson, un médico retirado y mucho más relajado en sus maneras.
Debo confesar que, justo cuando creemos estar tras la pista de nuestro asesino, la historia que hemos estado siguiendo se corta y cambia de escenario haciendo que se pierda un poco el ritmo de los acontecimientos, sin embargo, este corte en la historia es muy necesario porque nos ayudara a entender mucho mejor las intenciones que llevaron a nuestro asesino a perpetrar tan macabro asesinato.

Una novela intrépida que consigue entretenerte desde el principio y a la cual se le debería dar al menos una oportunidad. Yo, desde luego, tarde o temprano volveré a las aventuras de Holmes.

La frase

“En la madeja incolora de la vida encontramos la hebra escarlata del asesinato, y nuestro deber consiste en desenredarla, separarla de las restantes y sacar a la luz hasta el menor de sus detalles.”

miércoles, 23 de enero de 2013

Quills


Título original: Quills

  
Año de estreno: 2000
Director: Philip Kaufman
Reparto:  Geoffrey Rush (Marqués de Sade), Kate Winslet (Madeleine LeClerc), Joaquin Phoenix (Abbe Coulmier), Michael Caine (Dr. Royer-Collard), Billie Withlaw (Madame LeClerc), Amelia Warner (Simone), Stephen Moyer (Prouix).


Francia, periodo Napoleónico. Unos de los más infames escritores de la época, el Marqués de Sade, es puesto en custodia en el asilo mental de Charenton.
El escritor trata de ganarse el favor del párroco que regenta el asilo a la vez que, con la ayuda de una lavandera llamada Madeleine, publica sus controvertidas obras.
Obras que llegan hasta las manos del mismísimo Napoleón que, escandalizado, envía a Charenton al Dr. Royer-Collard, un médico con métodos poco ortodoxos.
Este suceso podría acarrear el fin de Charenton y posiblemente del propio Marques.


El Marques de Sade es uno de esos curiosos personajes que la historia nos ha dejado.
Un hombre con tendencias lascivas e irreverentes que escandalizaron a la sociedad de su época por su marcada apología al sexo y las más perversas depravaciones del hombre.

Quills es una película que si bien no cae en lo lascivo sí que hace alarde de una ligera obscenidad, ofreciendo imágenes grotescas de violencia y sexo, sin ser explicito.
Es una cinta que ayuda a entender porque el Marqués de Sade terminó sus días en un asilo mental en dónde él mismo trataba de pulgar sus demonios a través de su escritura.
La cómplice del Marques, interpretado magistralmente por Geoffrey Rush, es una joven y no muy ingenua Madeleine, interpretada por Kate Winslet.
El triangulo lo cierra un atormentado Joaquin Phoenix que encarna al párroco Coulmier, quien se ve desbordado por las continuas provocaciones del Marques y por sus propios deseos incumplidos.


Tres  protagonistas que encarnan a la perfección los comportamientos de la sociedad, el Marques que hace alarde de su poder a través de sus palabras, Madeleine que encuentra en las obras de Sade un escape para su día a día y una razón para la bondad y el párroco Coulmier que pese a querer ser conservador, no puede dejar de escuchar a sus más oscuros deseos. Si a esto le añadimos un asilo mental dónde hay todo tipo de enfermos, Quills se convierte en una completa bomba de relojería dónde lo grotesco y la belleza se difuminan entre sí.

Madeleine, seducida por el Marqués pero enamorada del párroco.

Quills es un film opresivo, con ambientes lúgubres y escenas que consiguen estremecerte por su crudeza. La locura del Marques y su obsesión son la gran baza de esta película, volviéndola retorcida e inaguantable por momentos, pero dejando una crítica muy clara hacia el ser humano.
La película se centra mucho en las perversiones y los deseos que corrompen al ser humano, mostrándolas de manera natural e incluso llegando a normalizarlas. El deseo hacia lo que no se puede poseer, el poder que corrompe a los hombres y los cree por encima del bien y del mal, el sexo como elemento subyugante y la violencia como medio para conseguir cualquier fin.
El vestuario se adapta a todos y cada uno de sus personajes, siendo por lo general extraordinariamente dejado o incompleto, destacando el atuendo del Marques que deja en evidencia la posición que un día tuvo en la sociedad y en lo que se ha convertido.


Una cinta que nos permite adentrarnos en la cabeza de Sade con una claridad abrumadora, dejando al descubierto los secretos y deseos más vergonzosos del género humano uniéndolo todo con el hilo de dos de sus obras Justine y Los crímenes del amor.
Una cinta muy interesante pero que podía dañar a los espíritus más sensibles por su lenguaje y apología explicita de la violencia, los desnudos y el sexo.
Aún así una película bien realizada y que consigue algo extremadamente difícil, no caer en la vulgaridad.


"Yo no cree este mundo de locos, simplemente me limito a plasmarlo sobre el papel."

jueves, 10 de enero de 2013

La Duquesa


Título original: The Duchess

 

Año de estreno: 2008
Director: Saul Dibb
Reparto:  Keira Knightley (Georgiana Spender), Ralph Fiennes (Duque de Devonshire), Charlotte Rampling (Lady Spencer), Dominic Cooper (Charles Grey).

Keira Knightley interpreta a Georgiana Spencer 

Georgiana Spencer se convierte en Duquesa de Devonshire al desposarse con el Duque en el año 1774, en un periodo de moda, decadencia y cambio político.
Adorada por el la sociedad, Georgiana pronto encuentra cuan decepcionante es su matrimonio, definido principalmente por su incapacidad de concebir un heredero varón para el Duque, quien le profesa una completa indiferencia. Cuando Georgiana conoce a Lady Elizabeth, cree que ella aporta algo de luz y alegría a su sombría vida, hasta que es traicionada por ella y su marido, obligándola a compartir su hogar y esposo.
Con las presiones de un marido infiel, la presión social y el constante escrutinio público, Georgiana se enamora perdidamente de Charles Grey, un político en ciernes.
Cuando el Duque se percata de la relación extramarital de su esposa, Georgiana tendrá que tomar una ardua decisión: aguantar toda una vida de sufrimiento para salvar a sus hijos o dejarlo todo y marcharse con el amor de su vida.

Una gran socialité de la época.

Hace ya mucho tiempo que vi esta película, me atrevería a decir que muy poco después de su estreno, y aprovechando que hace unos días la refresque he decidió traeros esta reseña.
La Duquesa fue una de los primeros dramas de época que vi y siempre he guardado un grato recuerdo, tanto de la película como del personaje de la duquesa.
Georgiana Spencer es uno de esos iconos incuestionables de su tiempo, no sólo por llevar lo último en moda, siguiendo los pasos de la mismísima Marie Antoinette, sino que también fue una mujer políticamente muy activa, ayudando al partido liberal en sus cruzadas.

La Duquesa, es una historia de amor no correspondido y sacrificio, como el de la gran mayoría de historias de época. Trata sobre el callado mundo de la mujer y todo lo que les estaba, de alguna manera, vetado: el amor, el placer y sobre todas las cosas; su libertad.


Keira Knightley hace una actuación estelar, sobre todo en los momentos dramáticos y en general está muy correcta durante toda la cinta, aun que habiéndola visto ya en Orgullo y Prejuicio me hacia una idea de cómo iba a encarar el personaje.
Ralph Finnes y Dominic Copper, quienes representan al Duque y a Charles Grey respectivamente, son dos secundarios de muchos peso. Finnes carece completamente de gracia o cualquier atisbo que lo haga parecer, ni por un segundo, un hombre interesante. Cumple con su parte a la perfección, poniendo un contrapunto tajante a la vitalidad de la joven duquesa. Copper, por otro lado, aporta toda esa pasión y alegría que la historia necesitaba. Pese a que vemos algo relacionado con su vida en la política, el personaje gira en torno a la relación sentimental que se establece entre él y Georgiana, cumpliendo perfectamente con el papel de amante despechado.

La ambientación, una vez más, es de diez y el vestuario es un sobresaliente muy alto. A través de los trajes se nos muestra el paso del tiempo en la vida de Georgiana: su adolescencia, su madurez, el tan aplaudido coiffure pouff y los look más relajados cuando se ve relegada a una vida de contemplación pasiva y silenciosa.


Si tuviera que ponerle un pero a esta cinta, quizás sería la rapidez con la que sucede la gran historia de amor que se vive. Es intensa, pero quizás le faltaría algo más de extensión para dejarnos disfrutar unos minutos de alguna escena que de algo de tregua a tanto sufrimiento y sacrificio.

Una gran película, con un gran reparto y una gran aura de belleza.

sábado, 5 de enero de 2013

Norte y Sur


Título original: North and South

   
Año de estreno: 2004
Director: Brian Percival
Reparto:  Daniela Denby-Ashe (Margaret Hale), Richard Armitage (John Thorton), Tim Pigott-Smith (Richard Hale), Sinéad Cusack (Mrs. Hannah Thorton), Lesley Manville (Maria Hale), Brendan Coyle (Nicholas Higgins), Anna Maxwell Martin (Bessy Higgins), Jo Joyner (Fanny Thorton), Pauline Quirke (Mrs. Dixon), Rupert Evans (Frederick Hale), Emma Ferguson (Edith Shaw Lennox).


La historia se centra en la tempestuosa relación entre Margaret Hale, una joven sureña de clase media que se ve obligada a abandonar el sur por el frío norte, y John Thorton, un hombre que salió de la pobreza gracias al negocio del algodón y que teme, sobre todas las cosas, perder el negocio que lo sustenta.
A su alrededor el entramado gira alrededor de las disputas entre obreros y dueños y entre las diferencias abismales entre el agrario sur y el industrial norte.
Margaret se hace una idea muy firme sobre el Sr. Thorton, pero a medida que la historia avanza descubrirá que no todo es lo que parece en la fría y gris ciudad de Milton.




Es bien sabido que BBC hace unas deliciosas adaptaciones de los dramas de época.
Y como no podía ser de otra forma, Norte y Sur cumple sobradamente con las expectativas.
Una vez más se nos representa la ya tormentosa relación entre dos personajes, pero sin perder ni un ápice de todo lo interesante que pasaba en la convulsa sociedad del siglo XIX.

Norte y Sur nos retrata dos realidades muy diferenciadas de una misma Inglaterra.
El frío Norte, con su industria y sus recién nacidos grupos sindicalistas. La lucha por un trabajo y un salario dignos contra la lucha por el poder y el dinero de sus dueños. Una sociedad que empieza a perder esas maneras reverenciales del siglo XIX para dar paso a una sociedad más cruda, basada en el sacrificio y en la lucha por salir de la pobreza.
Y por otro lado, el cálido Sur, un lugar que aún conserva su verdor y su naturaleza agraria. Una sociedad en que las maneras siguen siendo las de siempre y la cortesía y el saber estar son un valor imprescindible para relacionarse.
Dos mundos muy distintos que colisionan cuando nuestros dos protagonistas se conocen.
Margaret, interpretada por una brillante Daniela Denby-Ashe, aguanta estoicamente el norte pese a que no soporta la descortesía con que trata a las personas y la extrema pobreza que se vive en las calles. Tampoco es de su agrado el dueño de Malborough Mills, el Sr. John Thorton, un industrial demasiado severo con sus trabajadores, interpretado de manera magnifica por un sobresaliente (¡y atractivo!) Richard Armitage.
Unos secundarios de ensueño completan el reparto de esta maravillosa miniserie de cuatro capítulos.


La ambientación juega mucho con las luces y las formas. El norte se nos representa muy gris y lleno de edificios y callejones estrechos, las habitaciones son oscuras y pequeñas, reforzando así la sensación de falta de luz. El sur, en cambio, se nos representa muy luminoso, con espacios al aire libre, como Helstone, y las salas interiores que vemos son amplias, con colores claros y muy luminosos.


El vestuario, una vez más, esta trabajado a la perfección, tanto las ropas elegantes como los entornos más pobres, construyendo un puzzle verdaderamente bello visualmente.

Un final que conseguirá emocionarte por su sencillez y cotidianidad, sin perder la intensidad de una buena historia y todos los sentimientos encontrados de la realización de haber encontrado el amor de tu vida. Y… ¡con Richard Armitage!