Nuestro
segundo día en Paris amaneció nublado y aun que el cielo amenazaba con llover
nos fuimos a la aventura. Tomamos el RER en Gare
d’Austerlitz y pusimos rumbo al Château
de Versailles, un lugar con el que llevaba soñando algún tiempo.
El
viaje fue lento, entre 35-40 minutos, pero no por ello desagradable; pudimos
descansar e ilusionarnos por lo que estábamos a punto de descubrir.
Porte Royale
Château de Versailles
Château de Versailles
Cuando
llegamos allí no tuvimos más que seguir a la marabunta de gente para estar ante
el impresionante palacio. Tuvimos que hacer un par de colas: una para comprar
las entradas y otra para pasar el control y por fin estuvimos dentro. El precio
incluye audioguía por lo que puedes enterarte de todo lo que te rodea. La
primera parte consta de un poco de la historia del palacio y los reyes que
vivieron en él, es muy interesante e informativo sobre todo si nunca has leído
nada sobre el lugar, pero lo más asombroso nos espera en la segunda planta.
Allí
es donde verdaderamente empieza la magia.
Salle d'Hércules
Visitamos
algunas salas del palacio que antaño servían como lugar de reunión, quizás las
más famosas e impresionantes sean la sala de Hércules y la sala de Venus.
Después de caminar por las dependencias del palacio llegamos a la antecámara de
la Galería de los Espejos, una de las estancias más bellas que mis ojos han
tenido el honor de contemplar.
Galerie des Glaces
Después
se nos muestran la antecámara y la habitación de Monsieur Le Roi y más adelante las dependencias de Madame La Reine, dónde podemos visitar
la habitación de Marie Antoinette, que según se dice esta tal y como ella la
dejo cuando abandono Versalles para nunca más volver.
Chambre du Roi
Chambre de la Reine
Por
suerte, nosotros aún no teníamos que irnos y dado que los revolucionarios parecían
estar en calma proseguimos tras comer, a un precio excesivo, eso sí.
La
tarde la dedicamos a los jardines, por los que andamos un poquito pese a la
lluvia. Caminamos hasta el Grand Trianon
para maravillarnos con sus salas llenas de color y su exposición sobre las
Damas que lo habían usado alguna vez y después llego otro de los momentos clave
del día: la visita al Petit Trianon,
dónde podemos ver la recreación de una cocina y las habitaciones más intimas de
la reina Marie Antoinette.
Grand Trianon et Petit Trianon
Chambre de Marie Antoinette au Petit Trianon
Marie Antoinette par Vignee-Lebrun
Cuando
salimos del Petit Trianon había comenzado
a llover ligeramente, pero aún así decidimos visitar el Templo del Amor y el
Dominio.
¡Oh,
porvenir! Llegamos al Dominio y comenzó a diluviar.
Pero
el lugar era tan hermoso que la lluvia no pudo hacer más que mejorarlo.
Sentados en un banco a cubierto descansamos nuestros cansados pies de viajeros
y observamos maravillados la maravilla que es el Dominio y la de aventuras y
risas que un día debieron oírse allí.
L'Humeau de la Reine
Cuando
escampo nos pusimos en camino y volvimos al palacio, en cuya salida esperaba un
precioso arco iris que ponía la guinda a tan perfecto día.
L'Arc en Ciel
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