martes, 2 de octubre de 2012

Paris: Premier Jour


Nuestro vuelo salía del aeropuerto de Barcelona-El Prat a las 6:20 de la mañana, por lo que podéis imaginar el madrugón. Nuestro destino era el aeropuerto de Beauvais-Tille, a las afueras de la ciudad de Paris. Quien dice afueras, dice una hora y pico de viaje en autobús.
Por lo que, primera recomendación, si tenéis pensado ir a Paris gastad un poco más en el billete de avión y aterrizad en el aeropuerto de Orly o Charles de Gaulle ya que, lo que no gastéis en billete de avión, lo gastareis en billete de autobús.
El nublado cielo parisino

Tras aterrizar en las frías tierras francesas, pagar el abusivo precio de 15 euros por un recorrido en bus de sólo ida y además quedarnos retenidos durante cerca de tres horas, las cuales me sirvieron para disfrutar de un sueñecito reparador, avistamos la maravillosa ciudad de Paris.
El autobús nos dejaba en Porte Maillot, algo lejos del centro, pero una vez se llega a Paris comienza la aventura así que el primer paso era llegar al hotel y rezar por que nuestra habitación estuviera lista para poder descargar allí el lastre del viajero: las maletas.
Nuestro hotel se encontraba en el 3eme Arrondisment, en el Marais, por lo que tomamos la línea 1 de Metro que recorre todo el centro. Esta no era la primera vez que estaba en Paris y lo cierto es que tenia cierto pánico al transporte público ya que lo recordaba bastante estresante, pero esta vez me ha sorprendido muy gratamente y exceptuando las horas puntas y los largos pasillos, es la manera más cómoda y rápida de atravesar Paris.

Llegamos a nuestro hotel y se nos recibió con la amabilidad esperada, algo que ni tan siquiera importo ya que tenían nuestra habitación lista y pudimos subir inmediatamente a dejar nuestro equipaje.
Ya en la calle con la mochila a cuestas y el mapa en la mano pusimos rumbo al centro.
El primer día, al llegar cansados, pensamos en hacer algo ligero y que no requiriera mucha atención, ya que el sueño y el cansancio eran patentes. Nuestro primer destino fue Place de la Bastille, la cual quedaba cerca del hotel y donde se encontraba la línea 1 de Metro.

Colonne de Juillet, Place de la Bastille

Bajamos en Châtelet y allí estaba, la imponente Cité dándonos la bienvenida.
Hicimos lo propio y dimos una vueltecita para contemplar a la primera dama de Paris, Notre Dame, con su imponente fachada y esa elegancia que pocas catedrales consiguen transmitir con tanta intensidad. También pudimos ver la Conciergerie y el Palais de Justice. Debido al cansancio y pese a morir de ganas, aplace ambas visitas para los días venideros para poder disfrutarlas al máximo.


Notre Dame de Paris

Pusimos rumbo al Quartier Latin y paseamos por sus encantadoras callecitas.
Aprovechando que estábamos al otro lado del Sena decidimos ver lo que nos quedaba más apartado y que, casualmente, era lo más ligero. Caminamos por el Boulevard Saint-Michel hasta llegar a la actual Place Edmund Rostand y allí llego la primera vena fan: esa plaza antiguamente se llamaba Place Saint-Michel y es dónde Victor Hugo localizo el Café Musain, el lugar de reunión de Les Amis de l’ABC. Como buenos seguidores comimos en el McDonald’s de la plaza, al cual bautice cariñosamente McMusain.




Jardins de Luxembourg

Tras reponer fuerzas visitamos los Jardins du Luxembourg, otro enclave idílico de Les Misérables de Victor Hugo. El jardín es uno de los lugares que más ansiaba visitar y desde luego no me decepciono, ya habían caído las primeras hojas otoñales y el parque estaba teñido de colores dorados y marrones que contrastaban con la viveza de las flores que se hallaban frente al palacio. Maravillados ante tanta belleza nos dirigimos al Panthéon, el lugar dedicado a los grandes hombres y mujeres de la patria.



Le Panthéon

El Panthéon impresiona por su línea clásica y por su tamaño además de por su belleza.
Su interior es todo un canto a las letras, el derecho y la ciencia; entre los que cabe destacar el Pendule de Foucault y la escultura dedicada a la Convención Nacional.
Tras visitar toda la planta superior descendimos a la cripta, dónde se encuentran enterradas algunas personas ilustres como Pierre y Marie Curie, Alexandre Dumas, Voltaire, Rousseau o Víctor Hugo.


Con la apacible visita a la tumba de mi escritor favorito y pese a ser solo las seis de la tarde, decidimos poner rumbo al hotel y hacer lo que más nos apetecía en ese momento: descansar, ya que para el día siguiente tenía preparado algo realmente maravilloso…

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