“Titanic: The Exhibition” podría resumirse con una
hermosa palabra: sensaciones.
La exposición, que permanecerá en Barcelona hasta el 30
de septiembre, nos transporta a los inicios de la gran aventura que supuso el
Titanic y no sólo al navío en cuestión, sino a todo el proceso de construcción
desde que Lord Pierre e Ismay lo idearon una noche en Londres.
Una espectacular maqueta del navío, dónde podemos observar la distribución interior del Titanic
La exposición, perfectamente narrada a través de una audioguía
muy didáctica y amena, nos transporta al año 1912 y juntos asistimos al gran
acontecimiento que cambiara la historia del mundo. Por momentos, contemplando las hermosas imágenes
que cuelgan sobriamente en una tela negra, sientes la brisa de una cálida
mañana del mes de abril en el puerto de Southampton y sientes que, de alguna
manera lejana y segura, estás allí.
A parte de la historia del buque y su naufragio,
conocemos las historias personales de alguna de las víctimas y supervivientes
del Titanic: historias de valor como la del Capitan Murdoch que arriesgo su vida
para salvar a familias enteras, historias de lucha como la de Molly Brown al
intentar que los botes volvieran sobre su estela para rescatar a más personas,
historias tristes y de familias rotas e historias de amor como la del matrimonio
Straus, quienes después de 30 años de convivencia decidieron sumergirse juntos
en aquellas aguas salvajes.
Además de escuchar
y formar parte por unos segundos de las historia de todas esas personas,
podemos experimentar en carne propia lo que supuso para los pobres infortunados
que se vieron arrastrados al mar estar dentro del agua congelada del Atlántico
Sur; un bloque de hielo en el que te invitan a poner la mano y sentir como el
dolor te cala hasta los huesos.
Una de las salas de la exposición
Nos deleitamos con las reliquias que han conseguido
salvarse: desde las más finas joyas hasta cosas tan cotidianas como platos y
cubiertos pasando por ventanales y lámparas.
La guinda la ponen las recreaciones de estancias: la gran
escalera, un camarote de primera clase, la sala del telégrafo, un camarote de
tercera clase y un espectacular pasillo con el que te sientes dentro del buque
de los sueños.
Pintura que recrea la Gran Escalera
Camarote de Primera Clase
Suite de Primera Clase
Pasillo exclusivo para la Primera Clase
Una exposición maravillosa que nos recuerda algo
primordial y que muchas veces, llevados por la emoción, olvidamos: una simple sala, iluminada tenuemente, llena de nombres y apellidos sirve para hacernos comprender que el Titanic pudo ser muchas cosas, pero sobretodo fue una gran perdida humana.
Cómo bien se oye al final de la exposición:
“Que la
gloria y el honor estén siempre por encima del tiempo.”
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