jueves, 9 de agosto de 2012

Titanic: The Exhibition


“Titanic: The Exhibition” podría resumirse con una hermosa palabra: sensaciones.


La exposición, que permanecerá en Barcelona hasta el 30 de septiembre, nos transporta a los inicios de la gran aventura que supuso el Titanic y no sólo al navío en cuestión, sino a todo el proceso de construcción desde que Lord Pierre e Ismay lo idearon una noche en Londres.

Una espectacular maqueta del navío, dónde podemos observar la distribución interior del Titanic

La exposición, perfectamente narrada a través de una audioguía muy didáctica y amena, nos transporta al año 1912 y juntos asistimos al gran acontecimiento que cambiara la historia del mundo.  Por momentos, contemplando las hermosas imágenes que cuelgan sobriamente en una tela negra, sientes la brisa de una cálida mañana del mes de abril en el puerto de Southampton y sientes que, de alguna manera lejana y segura, estás allí.

A parte de la historia del buque y su naufragio, conocemos las historias personales de alguna de las víctimas y supervivientes del Titanic: historias de valor como la del Capitan Murdoch que arriesgo su vida para salvar a familias enteras, historias de lucha como la de Molly Brown al intentar que los botes volvieran sobre su estela para rescatar a más personas, historias tristes y de familias rotas e historias de amor como la del matrimonio Straus, quienes después de 30 años de convivencia decidieron sumergirse juntos en aquellas aguas salvajes.
Además de escuchar y formar parte por unos segundos de las historia de todas esas personas, podemos experimentar en carne propia lo que supuso para los pobres infortunados que se vieron arrastrados al mar estar dentro del agua congelada del Atlántico Sur; un bloque de hielo en el que te invitan a poner la mano y sentir como el dolor te cala hasta los huesos.

Una de las salas de la exposición

Nos deleitamos con las reliquias que han conseguido salvarse: desde las más finas joyas hasta cosas tan cotidianas como platos y cubiertos pasando por ventanales y lámparas.
La guinda la ponen las recreaciones de estancias: la gran escalera, un camarote de primera clase, la sala del telégrafo, un camarote de tercera clase y un espectacular pasillo con el que te sientes dentro del buque de los sueños.

Pintura que recrea la Gran Escalera

Camarote de Primera Clase

Suite de Primera Clase

Pasillo exclusivo para la Primera Clase

Una exposición maravillosa que nos recuerda algo primordial y que muchas veces, llevados por la emoción, olvidamos: una simple sala, iluminada tenuemente, llena de nombres y apellidos sirve para hacernos comprender que el Titanic pudo ser muchas cosas, pero sobretodo fue una gran perdida humana.

Cómo bien se oye al final de la exposición:
 “Que la gloria y el honor estén siempre por encima del tiempo.”

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